Mal síntoma para la universidad pública y para las libertades
Por: Carlos Villacís Nolivos
Columna de opinión Kitósfera
Todo
empezó por unos mensajes en redes sociales y por una entrevista que un docente
universitario había dado en un medio de comunicación ecuatoriano. El aludido,
Fernando Casado, mostró –como siempre lo ha hecho- su simpatía por un gobierno
que ha cometido muchos errores en su país de origen, Venezuela, y que a mi
criterio tiene totalmente perdido la brújula de la historia. Sin embargo, a los
pocos días, aparentemente resulta que le han botado del trabajo. La razón: expresar lo que
piensa de forma pública. Aquí no está en discusión si ustedes o mi persona estamos de acuerdo en lo que Casado cree o no, sino en que tenga derecho a decirlo o no.
En
cuestión de minutos, las inefables redes sociales atiborraron de mensajes sobre
el tema. Lo que más me llamó la atención es la actitud de esa nueva clase de
periodistas militantes en pro de los grupos de poder económico y político del
país. Janeth Hinostroza y Martín Pallares saltaron del gusto y mostraron su
alegría diciendo: “Uno menos. Aplaudir a un corrupto dictador, mientras el
pueblo venezolano pide limosnas en las esquinas de Quito tiene su precio”
(Hinostroza) y “Fernando Casado es echado del IAEN por ser fanático del
chavismo y más correísta que la hija de Correa” (Pallares).
Está
bien, ambos periodistas tiene derecho a decir lo que deseen, pues además, su
trabajo es hablar. Lo criticable es que opten por aplaudir la censura quienes
están llamados a defender algo que se llama libertad de expresión y de
pensamiento. Tal vez Pallares no recuerda, por ejemplo, que
él fue cesado de El Comercio por colocar sus criterios en Twitter.
Discúlpenme
en este punto, pero no entiendo y espero que alguien me ayude a lograrlo: Si se confirma lo de Casado, ¿cómo
se puede defender el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión si se
aplaude cuando alguien es callado y encima botado de su trabajo por pensar
distinto y decirlo? ¿No les huele algo mal en cuanto a las bondades de lo que quieren
hacernos creer que es democracia?
Y
hay otro ingrediente preocupante: que sea una universidad, el supuesto espacio
de la construcción del pensamiento y la teorización diversa, la que decida
eliminar a un profesor de su lista de docentes por ejercer su capacidad de
pensamiento. Y aún más grave, que esa universidad sea pública. Luego de esta
actitud de la mencionada universidad pública puesta en cuestión, como simple
ciudadano y exdocente universitario, me pregunto: ¿cómo puedo confiar en una
universidad pública en la que existe la posibilidad de que me boten –sea como
maestro o alumno- si pienso distinto a la línea esgrimida por sus autoridades o
por el gobierno de turno? Como ciudadano común, pensaría dos veces antes de ir
a estudiar allí.
Vamos
al otro extremo. Hay un profesor español en una de las universidades privadas
de Quito, que dice cuanto le sale del estómago, y en muchas ocasiones
insultando a nuestro propio país. Sí, sé que dirán que es un centro de
educación superior privado y que, por lo tanto, la decisión de sacarlo de la
circulación académica es de ellos y nadie más. Pero estoy seguro que la
decisión de dejarlo que siga allí no debe depender jamás de sus criterios u
opiniones sino de su actitud como ser humano, de su nivel de conocimientos y de
su capacidad pedagógica. Lo mismo se aplica a Casado, pues no creo que el mejor
ejemplo de qué país queremos, pase por cesar a un profesor por lo que piensa.
Si Mario Vargas Llosa fuera profesor, ¿se imaginan cesarlo porque aunque es
excelente literato es servil con los grupos de poder? Además, ¿no se supone que
un profesor debe tener la capacidad de pensar por sí solo para estar a la
altura de las necesidades de crear siempre algo nuevo en la teoría y en la
práctica?
Umberto
Eco, el semiólogo italiano autor de la famosa novela “En el nombre de la rosa”
señalaba que los intelectuales no están para solucionar problemas, sino para
provocarlos. Se refiere, obviamente, a destapar un conflicto que nadie vio
antes y así buscar que la sociedad misma lo intente resolver para avanzar. ¿No
es esa también la misión de un profesor y con mayor razón de uno que está en
una universidad?
Medios,
docencia universitaria, libertad de expresión y libertad de pensamiento, cuatro
ideas fuertes que se han cruzado en este hecho y que por la forma cómo se ha manejado
este asunto deberían llevarnos a pensar en cómo lograr que no choquen entre sí,
porque de seguir este camino no estoy seguro que en el mañana del país calce la palabra
democracia.
Cuando recupera espacio el pensamiento tradicional dominante deja el lagrimeo de añorar la supuesta democracia representativa y arremete con ferocidad dictatorial como dueños del mundo . Los de siempre tras la supuesta tolerancia presidencial se paran como vengativos triunfadores. Hay que pararlos en todo tiempo y lugar!!
ResponderEliminarEs cierto estimado Vicente, la lucha de poderes cobra forma en actos aparentemente pequeños, como es el caso del que ahora hablamos. Es nuestro deber como ciudadanos organizarnos para velar por disminuir cada vez más las brechas y que los poderes omnímodos tengan cada vez menos espacio y tiempo.
ResponderEliminar“Uno menos. Aplaudir a un corrupto dictador, mientras el pueblo venezolano pide limosnas en las esquinas de Quito tiene su precio”. A mi juicio estas palabras esconden odio y venganza. Y todo en nombre de la libre expresión. La libre expresión, en el marco legal , moral y ético, es un derecho de todos. Jamás para difamar o exteriorizar frustraciones
ResponderEliminarEl odio y el rechazo, la intolerancia y la venganza, cualquier término es empleado con justificaciones diversas. El asunto es cuando estas palabras salen de la boca de un periodista, cuyo papel en una era mediatizada hasta los tuétanos como la nuestra es más que la de un informador, es alguien que tiene una voz autorizada para comunicar, interpretar e incluso imponer visiones respecto a un hecho.
ResponderEliminarAlgo que me preocupa también : donde están los derechos laborales de los trabajadores? Porque está visto que a Casado lo han despedido de su trabajo por una razón x que no gustó a sus patronos. Ahora fue esa razón x tranquilamente podrá ser la y o la Z. Sería interesante indagar los derechos laborales de esta persona porque mañana podría ser cualquiera el que sea despedido en la mayor impunidad.
ResponderEliminarA título de la libertad de expresión, de la democracia, de los derechos laborales; acusando de odio, intolerancia y venganza, permitamos que los corruptos del continente sigan haciendo de las suyas. Con el cuento de que son de izquierda, falsos revolucionarios, como el correísmo y morenismo con Alianza País en Ecuador.
ResponderEliminarPillos y pillas disfrazados de anti yanquis, populismos macabros que están matando a sus pueblos, defendidos por supuestos intelectuales como Fernando Casado, adorador de Rafael Correa. ¡POR FAVOR! por lo menos ampliemos el análisis, las perspectivas, veamos la realidad.
El legado de Fernando Alvarado, fue un proceso de lavado cerebral, que al parecer les afectó a los defensores del socialismo del siglo XXI, también a muchos vendidos al correísmo que claro, están bien económicamente.
Con el cuento de analista y politólogo Fernando Casado, impartiendo el conocimiento en el instituto de Altos Estudios Nacionales, mientras defiende a un dictador fascistoide como el asesino Nicolas Maduro.
¡YA BASTA PUES, CARAJO!