LA REVOLUCIÓN JULIANA: EL INICIO / ASÍ SE VIVIÓ EL 9 DE JULIO DE 1925 EN GUAYAQUIL

RELATOS QUE SE PROYECTAN MÁS ALLÁ DEL TIEMPO

Por: Carlos Villacís Nolivos

En el ocaso del 9 de julio de 1925, los jóvenes integrantes de la Liga Militar derrocaron al gobierno plutocrático de Gonzalo S. Córdova y se plantaron de frente ante la oligarquía banquera. La crónica que publicó al día siguiente el diario guayaquileño El Universo da cuenta de forma minuciosa cómo se sucedieron los hechos y cómo se posicionó un golpe que pronto contó con el apoyo de estudiantes universitarios, trabajadores y población en general. Era un secreto a voces que al interior de las Fuerzas Armadas se gestaba una sublevación, pero como relatan en la crónica, es posible que las medidas que buscaban contenerla más bien aceleraron su realización. 

Dio así inicio a lo que se conoció como la Revolución Juliana, un verdadero parteaguas histórico que no solo modernizó la economía con la creación de instituciones como el Banco Central del Ecuador y la Superintendencia de Bancos, sino que sentó las bases de leyes y decretos que tenían por finalidad impactar positivamente en la clase trabajadora y mejorar sus condiciones de vida. Además, la Revolución Juliana se mostró honesta y transparente desde su inicio y con una vocación inédita de poder compartido en el país. No en vano, los gobiernos julianos fueron mayormente integrados por civiles y no por militares, sobresaliendo nombres como Isidro Ayora y Luis Napoleón Dillon.

Para celebrar el primer centenario de este importante hecho histórico y de la primera gran revolución progresista del Ecuador luego de la derrota del alfarismo en 1912, les invito a conectarse en el tiempo con los relatos originales. Es cierto que la crónica citada en este día en Kitósfera representa una visión  desde un medio que se autodefinía como 'liberal'. Sin embargo, para la época en que se realizó y con los medios tecnológicos disponibles en la época, esta crónica representa un trabajo maravilloso que da cuenta de los hechos, de sus protagonistas y antagonistas, de sus antecedentes y de sus proyecciones en el tiempo. Anpimense, lean y conectémonos en el tiempo con lo que bien podría ser la Revolución más importante del siglo XX en Ecuador, después del Alfarismo Radical. Bienvenidos a este relato en el tiempo.

TRANSCRIPCIÓN  DE DIARIO EL UNIVERSO, EDICIÓN DEL VIERNES 10 DE JULIO DE 1925 / PORTADA / Páginas 1 a 3

Captura de la portada de diario El Universo del 10 de julio de 1925. El minuciosos relato de los hechos ocurridos en Guayaquil en la nochwe del 9 de julio de ese año e inicio de la Revolución Juliana, prosiguió en las páginas dos y tres de esta edición.

EL GOLPE MILITAR DADO AYER EN ESTA PLAZA

Los Jefes de las unidades militares fueron sorpresivamente capturados en sus respectivos cuarteles

Miles de transeúntes se lanzan en precipitada fuga.== Las puertas de establecimientos y casas particulares son cerradas ex-abruptamente. == El Intendente y el Gobernador de la provincia son apresados en sus propios despachos. == Los Gerentes del Banco Comercial y Agrícola son preferentemente capturados. == El Jefe de Zona llega y se encastilla en el Crucero de Guerra Cotopaxi. == La policía se prepara a resistir. == El primer Jefe del Regimiento arenga a sus tropas. == Estas le contestan NO!! Y aclaman a la Patria y al Ejército renovado. == Queda organizada la Junta Militar de esta plaza. == Otras noticias.


Después de un día que se había deslizado en un ambiente de completa tranquilidad y cuando habían comenzado a cesar las ordinarias actividades comerciales de esta plaza, a las seis de la tarde más o menos, la ciudad fue sorprendida con los gritos de «hay tiroteo!» y la precipitada fuga de cuantas personas se hallaban en esos momentos de tránsito por las calles. Qué había pasado? Qué es? preguntábanse todos.

Nadie contestaba. Y, empujados por el estupor que se propagaba rápidamente los transeúntes corrían de fuga en busca de sus domicilios. Las puertas se cerraban y la población iba tomando completo aspecto de alarma.

De los cuarteles de la Artillería Bolívar y del Marañón salían unos 50 o 60 hombres armados. Su actitud era para inquietar al vecindario y ella dio lugar a la alarma a que nos hemos referido.

Esa tropa había sido despachada de orden de una Junta Militar que se había organizado desconociendo el Gobierno Constitucional del señor doctor Gonzalo S. Córdova.

LOS PRIMEROS PASOS DE MOVIMIENTO

El golpe militar se había iniciado en esta plaza a las cinco y media de la tarde. Mediante un acuerdo habido desde mucho antes de ahora, el hecho pudo ser realizado simultáneamente en todas las unidades que guarnecen esta plaza, sin que fueran bastantes a descubrirlo antes, ni el vivo interés que tanto las autoridades militares como las de la Policía pusieron en prevenirlo, ya que algunas noticias, tenían de lo que se preparaba en toda la República.

EN LA ARTILLERÍA BOLÍVAR

El Primer Jefe de aquel Regimiento, Coronel Alejandro Solís, quien desempeñó hasta ayer, accidentalmente, la Jefatura de Zona, había acabado de volver de la Oficina, después de terminadas las labores del día.

De pronto se le presentó un grupo de oficiales encabezados por el capitán Rivadeneira y le intimaron prisión en virtud de haber resuelto desconocer el Gobierno del doctor Córdova a fin de iniciar una era de completa regeneración de la Patria.

El Coronel Solís les dirigió entonces a ellos y a la tropa que estaba reunida una vibrante alocución en la que les recordó sus deberes para con el Gobierno constituido y apeló a la disciplina, a la dignidad y al buen nombre mismo de la unidad. Inútiles fueron sus razonamientos. El regimiento, a una voz, le contestó que no, que ya no querían la continuación del régimen y que buscaban la regeneración, la renovación de todo lo antiguo con lo nuevo.

No hubo más remedio que ceder. El Coronel Solís quedó preso en el cuartel del mismo Regimiento que había comandado.

EN EL BATALLÓN QUITO

Cuando llegó el momento de dar el golpe en el cuartel de este Cuerpo, los oficiales comprometidos tropezaron con la dificultad de su primer Jefe, el Comandante Proaño, había salidos y en ese instante se hallaba por el muelle del señor Cabezas. Hubo pues que esperar su regreso para efectuar la captura la que se verificó sin dificultad alguna.

EN EL BATALLÓN MARAÑÓN

Los oficiales de esta unidad no pudieron proceder directamente a la captura de su Jefe, en atención a que este tenía muchas simpatías entre la tropa, circunstancia que podía dar ocasión para alguna resistencia de consecuencias deplorables.

En este caso los comprometidos procuraron bordear la dificultad. La ocasión se les presentó propicias. El Comandante Rivadeneira, Primer Jefe del Cuerpo, salí, en ese momento, hacia la esquina noreste del cuartel que está situado en el Boulevard, entre Daule y Quito.

Mediante el teléfono, fue pedida una escolta del Regimiento Bolívar, a la que se le confió el encargo de capturar al desprevenido Comandante.

Efectivamente, llegó y sin más preámbulos, rodeó al Comandante Rivadeneira y le intimó prisión.

Sorprendido aquel, les manifestó que simpatizaba también el movimiento. Los capturantes le agradecieron, pero no por eso dejaron de apresarlo y conducirlo al cuartel de la Bolívar.

VÍCTIMA DE UNA VENGANZA

A las 8 y media p. m. más o menos cuando mayor era la aglomeración de curiosos en la plaza Rocafuerte, un individuo de apellido Pino (a) el ñato dio un feroz garrotazo en el cráneo al señor Pompillo Ulloa, Interventor de Correos, ocasionándoles una serie herida en el cuero cabelludo en la región parietal izquierda.

Una vez que Pino satisfizo su venganza desapareció entre (Pasa a la 2ª. Página) la multitud y escapó por la calle General Córdova, internándose hacia la Quinta Pareja.

El señor Ulloa se dirigió a la Clínica Guayaquil, donde el señor Parada le hizo las curaciones necesarias, retirándose luego a su domicilio.

MEDIDAS DE SEGURIDAD

Asegurada la revolución en los cuarteles se procuró organizar la vigilancia en todo el ámbito de la ciudad, al mismo tiempo que se despachaban escoltas a realizar las diversas capturas acordadas como necesarias.

Con este objeto, fueron sacados Pedro Terán, acompañado de una escolta con sus respectivas armas, los 50 o 60 hombres a que hicimos alusión al comenzar esta reseña; tropa que, como dejamos dicho, dio lugar a la alarma de la ciudad.

PRISIÓN DEL INTENDENTE

Ante el señor General Luis A. Jaramillo, quien se encontraba aún en el Despacho de la Intendencia, se presentó el Teniente Ingeniero Carlos Granja y le comunicó lo resuelto por los militares autores del movimiento y que, por lo mismo, el señor General Jaramillo había cesado en las funciones de Intendente.

Ante esta intimación, el General ordenó que Granja fuese reducido a prisión. Al parecer el Teniente Granja se resignó, pero no pasó mucho tiempo que llegó una de las escoltas despachadas por la Junta Militar y de preso, el joven oficial se convirtió en apresador.

El Intendente Jaramillo fue capturado en un auto a la Artillería Bolívar.

EN EL DESPACHO DEL SEÑOR GOBERNADOR

El señor Elizalde se había retirado ya de su Oficina; pero al bajar a la calle, se encontró con el señor Ronquillo, Jefe de Telégrafos, quien iba a buscarle para comunicarle que en Quito había acontecido a las tres p. m. un movimiento análogo al que se realizaba en esta ciudad.

La noticia de tanto bulto que el señor Gobernador quiso oírla y comentarla, acaso, en su propio despacho. Y se volvió inmediatamente, en compañía del señor Ronquillo, hacia arriba.

Allí, en la Oficina de la Gobernación, se hallaban dos funcionarios, en animada conferencia, cuando llegó la escolta militar que iba a capturar al señor Gobernador. Al mismo tiempo se acercaron al señor Jefe Político, el señor Tesorero de Hacienda, el señor Administrador de Aduana y el Mayor José Ignacio Larrea, Comisario Nacional Primero, quien había sido llamado por teléfono.

Todos los allí presentes fueron reducidos a prisión y conducidos también al cuartel del Regimiento.

CAPTURA DEL SEÑOR FRANCISCO URBINA

Unos momentos antes de las detenciones que hemos referido una escolta militar armada al mando del Teniente Olarte, se acercó a la casa del señor Francisco Urbina, situada en Clemente Ballén, entre Chimborazo y Chile.

El oficial entró a la casa y preguntó por el señor Urbina. Este señor había llegado de la calle recientemente y salió en persona a recibir al importuno, quien se apresuró a comunicarle que iba a capturarlo de orden de la Junta Militar que había desconocido al Gobierno del doctor Córdova; y que, por lo tanto se sirviera acompañarlo al lugar destinado para su prisión.

El señor Urbina protestó del intento de captura y del abuso que se cometía allanando su casa.

Ante esta actitud, el Teniente Olarte, sacó su pistola y con ademán amenazante, le intimó que lo siguiera.

La orden hubo de ser cumplida y el señor Gerente del Banco Agrícola salió de su casa en manos de la escolta que lo condujo a pie al cuartel de la Artillería.

EN LA OFICINA DE TELÉGRAFOS

Al mismo tiempo llegaba por la Oficina telegráfica el Teniente Pedro Terán, acompañado de una escolta armada.

El trabajo estaba a cargo del telegrafista de turno, pues todos los demás habían salido por ser hora de la comida.

El oficial con su escolta se constituyó en la Oficina a fin de impedir que pase comunicación alguna inconveniente a los intereses del movimiento.

En esa forma, continúa hasta hoy dicha oficina.

EN EL INALÁMBRICO

Hacia la Oficina inalámbrica fue enviado el subteniente Manuel Martín Icaza con 200 hombres a sus órdenes.

Esa escolta se ha constituido allí con igual objeto que la enviada a la Oficina telegráfica.

SE SUSPENDE EL SERVICIO TELEFÓNICO

También en este servicio intervinieron los señores militares. La respectiva escolta impidió que continuara el servicio público y exigió que los teléfonos se emplearan únicamente para el servicio militar.

Tal orden no fue cumplida inmediatamente, porque el señor José Eleodoro Avilés, Gerente de Teléfonos no estaba presente.

DETENCIÓN DEL SEÑOR GERENTE DE TELÉFONOS

Conocida a ausencia de este caballero, se comisionó a los subtenientes Teodoro y Carlos Egas para que con la respectiva escolta se situara en la casa del citado señor Avilés hasta que este volviera a ella.

El esperado Gerente no llegó a su casa sino a las ocho de la noche, hora en que dichos oficiales se le presentaron a nombre de la Junta Militar y le pidieron que suspendiera el servicio de teléfonos al público y que lo reservara sólo para los cuarteles y dependencias militares.

El señor Avilés les manifestó que si se hacía el servicio a los militares debía prestarlo también a los demás ciudadanos.

En vista de esta contestación, los oficiales exigieron que entonces fuera con ellos a entenderse con el Mayor Mendoza, en el cuartel del Marañón.

Tal insinuación fue hecha de manera tan categórica que el señor Avilés no tuvo más recurso que acatarla.

Fue llevado al citado cuartel y una vez allí, hubo de convenir en aceptar lo exigido por los dueños de la situación. Ordenó, pues, que el servicio telefónico sea únicamente para los fines militares.

Cuando el convenio se realizó, el señor Avilés quedó en libertad.

EN EL CUARTEL DE POLICÍA

Dos comisiones de tropa armada fueron enviadas al cuartel de Policía. En esa dependencia se iba a suscitar una pequeña dificultad, en virtud de que el Ayudante Mayor Garrido se propuso resistir y aún preparó en este sentido a la tropa de celadores.

Comunicado este particular a los Jefes del movimiento, estos se entendieron con el señor General Jaramillo quien envió una orden en que les insinuaba no abandonar el servicio a fin de garantizar la tranquilidad de la población.

En este sentido la Policía calmó sus bríos y siguió cumpliendo su deber de asegurar el orden y la propiedad.

EN LA JEFATURA DE ZONA

Un piquete del Regimiento Bolívar al mando de un alférez, intimó prisión al Comandante Eduardo Bozano, Jefe de Estado Mayor de Zona, al Mayor Arquímedes Lamota y al Mayor Jarrín, ambos oficiales de Zona.

LA LLEGADA DEL CORONEL DARQUEA, JEFE DE ZONA

Controlados así todos los servicios de la ciudad, los revolucionarios volvieron sus atenciones hacia el Coronel Darquea, Jefe titular de la Zona, quien debía llegar ayer de regreso de la Capital.

Un telegrama hecho por el Gerente de la Compañía del Ferrocarril anunciaba un atraso de cuatro horas para la llegada del tren ayer, en que venía el citado Coronel. Con esta noticia, no se percataron de tomar antes medidas para la captura de ese jefe.

Así fue como a las siete y media de la noche, más o menos, despacharon al Capitán Frenando Freire con el Teniente Neira, al mando de treinta hombres y acompañados de muchos ciudadanos particulares.

Más, el retraso del tren no fue como había anunciado, sino que llegó como a las siete de la noche a la estación. Una vez allí, el Coronel Darquea fue impuesto de lo que aquí ocurría.

Inmediatamente tomó el vapor Enrique Valdez y antes de que sus perseguidores llegasen a Eloy Alfaro, se dirigió al Cotopaxi.

En esta forma, las naves se cambiaron en el camino. Y los del Edén no conocieron sino tarde que el Coronel Darquea había avanzado al buque de guerra.

Trataron de ir hacia allá, pero la actitud de la marinería del Cotopaxi y las resistencias que el Capitán del Edén presentó los obligó a desistir de capturar al Jefe de Zona.

EN PRO DEL CORONEL DARQUEA

La comisión militar que iba en el Edén vio desatracar del Cotopaxi como furtivamente al Coronel Valdez y creyó que fugaba allí el Jefe de Zona Coronel Darquea, por lo que siguió tras él, pero el Edén escaseó de combustible y no pudo darle alcance.

Tan luego como desembarcó, el Teniente Freire con su comitiva corrió en busca de Enrique Valdez para cerciorarse del paradero del Coronel Darquea, llegando a comprobar que este había quedado a bordo del Cotopaxi.

PRECAUCIONES PARA CON EL COTOPAXI

Aunque no se daba importancia la actitud del Coronel Darquea, el Director del movimiento Mayor Mendoza dictó las medidas más acertadas para impedir toda comunicación con el Cotopaxi, situando en todo el trayecto del Malecón fuerzas del batallón Quito, con órdenes terminantes de registrar a cuantos transeúntes hubiesen por allí, así como impedir la movilización de buques hacia el Cotopaxi.

UNA COMISIÓN ANTE EL CORONEL DARQUEA

Los señores Tenientes Espinosa, Coronel Navarro y Morales, con 50 hombres se trasladaron como a las diez de la noche al Cotopaxi y se entrevistaron con el Coronel Darquea, pidiéndole la dimisión por orden de la Junta Militar establecida, a lo cual este contestó que no podía decir nada por desconocer por completo todo, que era necesario ponerse él al habla con el Gobierno de Quito para entonces resolver lo más conveniente y se negó rotundamente a acceder la solicitud.

DARQUEA SE RINDE

La comisión militar, ampliamente facultada, y después de ponerse en comunicación con el Mayor Mendoza, insistió al Coronel Darquea en la necesidad de su rendición, ya que todo estaba bajo la dirección de la Junta Militar, llegando por fin a obtener que el señor Coronel Darquea firmara el acta de adhesión al movimiento.

SE LE TRASLADARÁ AL JEFE DE ZONA AL LIBERTADOR BOLÍVAR

Ya rendido el Coronel Darquea fue trasladado preso al Libertador Bolívar, donde se halla vigilado por el Teniente Morales al mando de 30 hombres.

EL COTOPAXI TAMBIÉN EN PODER DE LA JUNTA MILITAR

También fueron obligados a suscribir el acta de adhesión al movimiento los jefes del Crucero de Guerra Cotopaxi, y se situó allí una escolta de cuarenta hombres al mando del oficial Espinosa.

LOS FINES DEL MOVIMIENTO

Manifestado públicamente por la generalidad de los oficiales de la plaza el objeto primordial del movimiento es propender a una evolución total del actual estado de cosas, a fin de corregir la terminación de las politiquerías y círculos caudillistas que han mantenido en opresión al país.

Según decir de los dirigentes no quieren que se atribuya al movimiento el matiz de una cohesión militar para dirigir la cosa pública; sino como de un medio para obtener el anhelo general del pueblo: la redención en todo sentido.

Se proponen, según dicen, convocar una asamblea, en la que estarán representadas todas las clases sociales, a fin de que allí salga la designación de las personas que han de formar una Junta de Notables que se encargue de la organización del Gobierno, debiendo formarla tre de la cosa y tres de la sierra.

MEDIDAS PRECAUTIVAS

Apenas realizado el movimiento en los cuarteles, se preparó cada uno de estos para cualquiera emergencia y se procedió a organizar el servicio de ametralladoras.

Cada cuartel colocó una en las puertas de sus respectivos edificios, y además, se situaron otras: Nueve de Octubre y Daule, en Quito y Vélez, en Daule y Vélez, en José Antepara y Avenida Diez de Agosto, en José Antepara y C. Ballén.

Todas resguardadas por piquetes de tropa.

ALCANCES DEL MOVIMIENTO

Este golpe ha sido madura y prolongadamente preparado. El Gobierno tuvo conocimiento de los proyectos que al respecto se hacían. Se había comenzado a tomar ciertas medidas como: cambiar cuerpos, retirar oficiales, etc. Y acaso esas medidas han precipitado los sucesos.

Ayer mismo se supo que en Quito había tenido lugar un movimiento análogo al de aquí y antes que este, se dijo que la transformación se había efectuado allá a las tres de la tarde.

PROGRAMA QUE PREPARA LA JUNTA MILITAR

1o. Derogación de la moratoria.

2o. Término del Estanco y de todos los sindicatos.

3o. Establecimiento de las leyes agrarias.

4o. Reformas a la Instrucción.

5o. Aumento de sueldos a los profesores y difusión de las Escuelas con bibliotecas ambulantes.

6o. Reformas del Ejército: reducción del pie de fuerza y abolición del tratamiento de MI… (SIC).

7o. Libertad completa de pensamiento, elecciones, etc., y en el uso oficial la abolición de los tratamientos señor y don, cambiándolos por el de ciudadano.

RESUMEN DE LOS CAPTURADOS

Comandante Enrique Rivadeneira, Primer Jefe del Marañón; Comandante Eloy Proaño, primer jefe de Quito; Coronel Alejandro Solís, primer Jefe del Regimiento Bolívar.

General Luis A. Jaramillo, Intendente de Policía; Francisco de Elizalde, Gobernador de la provincia.

Rogelio Benites Icaza y Francisco Urbina Jado, Gerentes del Banco Comercial y Agrícola.

Manuel Icaza, Tesorero de Hacienda.

Comandante Eduardo Bozano, Jefe de Estado Mayor de Zona.

Comandante Arquímedes Lamota, Juez Instructor y Mayor Jarrín, Capitán Tirso Polo, del personal de Zona.

JUNTA MILITAR DE QUITO

Los transformistas de Quito han organizado una Junta compuesta por los siguientes:

General Francisco Gómez de la Torre, Presidente; Mayor Carlos A. Guerrero; Teniente Federico Strorive, secretario; Teniente Agustín Patiño, de la Escuela Militar; Capitán Carlos A. Franco, de la Aviación; Teniente Agustín Albán, del Escuadrón Escolta; Capitán Humberto Albán, del Pichincha; Capitán Guillermo Burbano, de la Academia de Guerra.

LO QUE DICE EL ENCARGADO DEL COMANDO DEL MARAÑÓN

El Teniente Leonidas Salas, que se halla encargado del Comando del Marañón, donde se centralizan las direcciones del movimiento, dice: “La evolución es completamente nacional y es por eso que debe haber la cooperación de todos para obtener el éxito emprendido por el ejército joven; queremos apartar de ella a todos los politiqueros que engañan a la patria y que son causa de las miles de calamidades que pesan sobre ella; queremos igualmente acabar con todos los ismos, y por lo mismo queremos que bajo ningún concepto se crea que se trata de la imposición del militarismo, existiendo por consiguiente el propósito de que se establezca en Quito una Junta de Gobierno Civil, que se encargará de dirección y organización del Estado, y también una Junta controladora militar, que vigile a aquella y obligue al cumplimiento estricto del programa impuesto.

Nosotros por medio de un (…) que se publicará mañana (hoy) a primera hora, haremos una invitación a la casa del pueblo, a todas las clases notables, a los obreros y a todo el pueblo en general, para que de esa asamblea resulte los nombramientos de las personas que deben formar la Junta que se constituirá aquí.

EL JEFE DEL ESCUADRÓN ESCOLTA LOGRA (…) CON EL CAPITÁN (…) BORJA

Una comisión formada por el Teniente Bolívar Larreta, el subteniente Aragundi y varios individuos de tropa fue a capturar al Jefe del Escuadrón Escolta, Coronel Filemón (…) que en unión del Capitán Pablo (…) se encuentran en esta ciudad desde hace días con el objeto de arreglar el transporte de los caballos venidos de Chile para el Ejército. En esto llegó al Hotel Tívoli, donde habían estado alojados, pero instantes antes ambos habían salido y (…) resultado satisfactorio.

Perona saque estaban muy (…) de allí refirieron que ambos salieron en compañía del señor Manuel Seminario, en cuyo domicilio se supone están refugiados.

La movilización para esta captura dio lugar a que se formara una gran alarma frente al Tívoli, congregándose un numeroso populacho, el que siguió a la comisión, la que acudió al Club La Unión y otros lugares en cumplimiento de su cometido.

UN RUMOR FALSO QUE RECTIFICAMOS

Se corrió en los primeros instantes que había sido apresado el señor don Eduardo Game, Gerente del Banco del Ecuador; mas informados en fuente fidedigna tal noticia resultó ser absolutamente falsa. El señor Game se encuentra completamente tranquilo en su hogar.

LA PARTE QUE EL PUEBLO TOMÓ

Grupos de manifestantes a las 6 menos un cuarto se esparcieron por las calles gritando abajo a Plaza, a los estancos, a los especuladores, etc.

Entre los que dirigían a la multitud se encontraban Gustavo Monroy Garaicoa, Alberto Campodónico y otros que daban atronadores gritos de mueras a Guerrero Martínez y a Plaza.

LA VIGILANCIA POLICIAL NOCTURNA

Durante la noche las calles de la ciudad estuvieron recorridas patrullas de gendarmes, comandadas por los Ayudantes Silva, López y Ortiz; comisiones que fueron despachadas con el objeto de evitar alteración del orden público.

Igualmente, en los cuarteles que guarnecen la plaza, fueron enviados piquetes de soldados para que efectuaran vigilancias por los apartados barrios de la ciudad, así como de los lugares por donde los ladrones pudieran hacer de las suyas.

SE ORDENA EL CIERRE DE CANTINAS Y CASAS DE BAILES

Con el fin de que individuos del pueblo se embriaguen en las cantinas y casas de bailes, se ordenó que los cabarets, cantinas y más lugares donde se venden licores permanezcan cerrados. Esta orden fue llevada a cabo por el Ayudante Silva.

MANIFIESTO

La Junta Militar hizo conocer lo siguiente:

A LA NACIÓN

Conciudadanos, Camaradas:

El Ejército acaba de realizar en estos momentos de nuestra vida republicana, un acto grandioso que marca por sus trascendentales fines, una segunda Epopeya del Patriotismo en relación a la efectuada hace seis lustros por los gestores del movimiento emancipador de la conciencia nacional; acto abnegado y enérgico tendiente a convertir en una realidad, de una vez por siempre, los desde entonces frustrados anhelos del pueblo ecuatoriano, en manos hasta hoy de políticos corrompidos y de mandones apoyados en la fuerza indeliberante del más afrondoso pretorianismo.

Las Instituciones Armadas del País, conscientes de la evolución benéfica que provocan con su movimiento, se presentan satisfechas ante la Nación para recabar el fallo justiciero y dejan a la posteridad la tarea de escribir la página histórica que merece su conducta desprendida y patriótica.

El soldado, que sabe bien cuál es su noble misión, no puede ni debe consentir más que se abuse de su fuerza pasiva para desvirtuar la Constitución y las Leyes, poniéndolas, con su interpretación antojadiza al servicio de innobles ambiciones. Por eso, no ha vacilado ante el sacrificio y el peligro para con el esfuerzo y el amor al progreso, intentar el verdadero engrandecimiento de la Patria amada, a la que no en vano fertilizará con su heroísmo la sangre de nuestros mayores: y no permitirá de hoy en adelante que destruyan tan nobles ideales las combinaciones del Maquiavelismo ni se pervierta la conciencia con el hábito mal disimulado de la servidumbre, impuesto por el despotismo cristalizado en la práctica de nuestro régimen político; creyéndose, equivocadamente, que el ciudadano armado ha perdido la noción de sus sagrados deberes en pago de honores, distinciones y privilegios, hasta convertirse en cómplice  vulgar de la obra nefanda.

Bien saben nuestros compatriotas el cuadro que desde hace tiempos presenta la Nación; desconsolador hasta llegar a los límites de una pavorosa catástrofe financiera y una renuncia involuntaria, en manos de la diplomacia, de nuestros sagrados derechos territoriales. De allí que el soldado convencido de que es imposible desaparezcan por su natural reacción hacia el bien, los vicios y delitos en el Gobierno y en los gobernados; vicios y delitos que pintan el sonrojo en la faz de todos, desengañando de una indefinida espera, no ha trepidado por decoro nacional, atender ya al clamor público que pide la regeneración del país; y em guarda de la dignidad profesional que nos prohíbe, con apremio feliz, la indiferencia del sayón para con inescrupulosos gobernantes, hemos acordado constituirnos en el ansiado sostén de la Patria y el atalaya del orden, a fin de depurar la Administración con los cambios y reformas que ella exige para su creciente prosperidad, deseosa de ocupar el alto puesto a que está llamada en el gran concierto de las naciones cultas y civilizadas del globo.

Que cesen, pues, definitivamente las anomalías retardatarias y funestas de nuestros sistema político y económico, y procúrese  el levantamiento de la República bajo un régimen de igualdad y justicia para todos los ciudadanos, al amparo de nuestra Constitución liberal y del Derecho moderno, implantando las reformas que reclama, vanamente hasta hoy, la voz de la mayoría, voz que para nosotros será eternamente un mandato respetado.

Que en cuanto a las Instituciones Armadas, ellas no tienen en lo absoluto ambiciones de mando, por lo cual la gestión administrativa del Estado estará dentro de pocos días en manos del elemento civil; y el pueblo en asamblea podrá elegir libremente a sus personeros para ante la Junta de Gobierno de Quito, que funcionará hasta la reunión de la Convención Nacional.

El Ejército hace un llamamiento encarecido a todos los civiles, sus hermanos, a laborar juntos la égida bienhechora del momento presente, contribuyendo a sustraer la República de la vorágine de errores que la pervierten y aniquilan.

Las Instituciones Armadas no declinarán el honor de poner término a sus trabajos para el fin expuesto, mientras la obra comenzada no alcance el éxito satisfactorio que columbra en sus ensueños de engrandecimiento nacional, auspiciados por esa inmensa mayoría ciudadana que constituye el pueblo; y previene que, si son necesarias medidas rígidas para alcanzar le cumplimiento de su hermoso programa, las adoptará inexorable, convencidos de que no hay redención sin sacrificios.

Conciudadanos:

Confiad en la sinceridad de los que se proponen dos cosas: primero, poner fin al múltiple e insufrible crimen político que extrema su acción dolorosa en el corazón del Pueblo; y, segundo, dar lustre a las armas ecuatorianas, puestas en nuestras manos para el servicio de la Amada Patria, respetando y haciendo respetar su Constitución, sus leyes y sus fronteras. -Este período es de transición y subsistirá el corto tiempo que demande la labor organizativa del País-. Ayudadnos, pues, a hacer con vuestra sabia y desinteresada cooperación, menos largo y pesado este ciclo de prueba.

Conciudadanos: ¡Viva la República!

LA JUNTA MILITAR DE ZONA (*)

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(*).- Entiéndase en este término incluidos la Marina de Guerra y la Aviación.

JUNTA DE CONTROL MILITAR

Sargento Mayor Ildefonso Mendoza; Capitán de Fragata, Diógenes Fernández; Capitán de Corbeta, Manuel M. Zevallos; Capitán Luis A. Rivadeneira; Teniente Leonidas Salas; Teniente Pedro Icaza; Teniente Luis Rodríguez; Teniente Miguel Efraín Castillo.

Captura de la página 2 de la edición de El Universo del 10 de julio de 1925.


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