Editorial: Un voto con memoria
El grave problema en Ecuador: falta credibilidad y confianza.
Tenemos un gobierno en el que nadie cree.
Tenemos una Asamblea en la que nadie cree.
Tenemos una justicia en la que nadie confía.
Tenemos unos banqueros en los que nadie cree.
Tenemos una policía y unas fuerzas armadas en las que nadie confía.
Tenemos unos medios de comunicación a los que nadie cree.
Tenemos instituciones en las que nadie cree.
Tenemos unas elecciones en las que nadie, prácticamente nadie cree.
Tenemos incluso unas redes sociales en las que su nivel de violencia y
manipulación es tal... que no son creíbles ya.
Si las redes sociales no son creíbles, ¿cuán creíble eres tú? ¿cuán
confiable soy yo?
Sin credibilidad ni confianza, no es posible avanzar.
De allí que recuperar la confianza y la credibilidad debería ser la
principal tarea de quien quiera que desee llegar al poder.
¿Hasta cuándo les daremos oportunidad a los charlatanes y oportunistas
de la política?
¿Hasta cuándo permitiremos que las decisiones sobre la vida de las y los
ecuatorianos se decidan fuera del país y en otro idioma?
La situación del país es tan crítica que ni siquiera somos capaces de
movilizarnos para exigir que se respeten nuestros derechos y nuestras vidas.
Escucho banqueros demagogos y mentirosos cuyo discurso me ofende como
ser humano, ticktockeros, bigotones oligarcas, corruptos histriónicos,
revolucionarios devenidos en conservadores, conservadores disfrazados de
revolucionarios, cristianos que son alfombras del poder de turno, ateos sin
conciencia...
Mi voto de mañana tiene un solo anhelo: quiero recuperar la confianza en
mi país, en sus instituciones, en sus gobernantes... Quiero... corrijo, necesito creer nuevamente en la gente, tener certezas de que mis y nuestros
empleados políticos -aquellos a los que delegamos la gestión del poder- van a
ser honestos y que si algún día se cogen un centavo su conciencia los llevará a
renunciar a sus privilegios, eso se llama tener honra; quiero creer que
aquellos a quienes pongamos en el sillón presidencial se van a rodear de los
más honestos y capaces, y quiero creer que aquellos o aquellas que lleguen a
esos puestos los vean como su oportunidad para hacer una conscripción ciudadana
temporal, no una invitación a mutar camaleónicamente para conservar sus
prebendas y heredarlas; quiero creer que todos, absolutamente todos los que
lleguen allí por nuestros votos sepan que solo están de paso y que por lo tanto
deberán demostrar allí que su permanencia en el puesto no es un accidente, sino
una oportunidad para servir; quiero, necesito creer que quienes lleguen a
instancias de poder jamás van a renunciar a sus principios ideológicos y que,
por lo tanto, nunca van a traicionar sus programas de gobierno, que se van a
jugar su vida en cumplir con aquellos que creyeron en ellos... quiero, necesito
creer...
También pido con urgencia que aquellos que están buscando ser ungidos
con nuestros votos no nos crean unos tontos a los que pueden convencer con regalos o dinero; unos inanes a los que creen que unas encuestas pagadas por ellos van a hacer que
cambien de opinión; unos simples a los que ofertas estúpidas como "Girar la
virgen del Panecillo" van a seducir; unos vacuos a los que un baile en tick tock
va a darles empleos; unos cualquiera que carecen de memoria. En realidad, ¿eso
es lo que piensan de nosotros?
Si dejamos que los politiqueros de turno nos traten de esa manera, el
juego por el futuro está perdido, porque lo harán una y otra vez, querrán
manipularnos hoy como lo hicieron antes, y lo volverán a hacer mañana.
No, las y los ecuatorianos no somos eso. Ellos y ellas nos
subestiman. Junio de 1990, febrero de 1997, enero de 2000, abril de 2005,
octubre de 2019... demostraron cuánto nos subestiman y cuánto comienzan a
temblar si nos atrevemos a juntos decirles lo que pensamos de ellos.
Quiero, necesito confiar y creer otra vez, para trabajar, para caminar,
para proyectar, para jugar, para sanar, para amar, para construir, para
cuestionar, para organizar, para pensar, para soñar, para estudiar, para vivir.
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