Camino a los 100 años: La Revolución que cambió la arquitectura financiera del Ecuador

Foto extraída de Wikipedia. En esta página describen la foto de la siguiente manera: "Retrato (coloreado) de los miembros de la Junta de Gobierno provisional, realizado el 10 de julio de 1925. De izquierda a derecha: Julio Enrique Moreno, Francisco Arízaga Luque, Modesto Larrea Jijón, Luis Napoleón Dillon, José Rafael Bustamante (cabecera), Francisco José Boloña Rolando, Pedro Pablo Garaycoa Cabanilla y el general Francisco Gómez de la Torre Zaldumbide".

Por Carlos Villacís Nolivos

Este mes de julio se celebraron 99 años de uno de los hitos históricos más importantes del Ecuador, la Revolución Juliana, y sobre ella versa el libro que acabé de leer, el quinto en mi cuenta personal en lo que va del año. 

"Ecuador: los gobiernos julianos 1925-1931. La constitución de la izquierda política" de Juan J. Paz y Miño Cepeda (@juan.pazymino) es uno de esos textos cuya misión parece ser abrir los ojos de las personas ante acontecimientos que han tratado de ser minimizados, invisibilizados e incluso vilipendiados por conveniencia de ciertas élites del país.

La historia es la siguiente: el 9 de julio de 1925 un grupo de militares de distintos rangos agrupados en La Liga Militar -que el próximo 25 de octubre cumplirá cien años- decidieron derrocar al último de los gobiernos plutocráticos posalfaristas. Paralelamente, en aquellos tiempos los bancos emitían sus propios billetes y la administración estatal únicamemte tenía por finalidad asegurar los intereses de quienes estaban al frente del estamento público. Tan solo tres años antes, el 15 de noviembre de 1922, se había producido una masacre en Guayaquil contra quienes protestaban contra el alto costo de la vida.

Es contra esta precaria situación política y económica que los jóvenes militares decidieron levantarse. Ese 9 de julio, en cuestión de pocas horas, se hicieron del control de las principales ciudades y en medio de un gran apoyo ciudadano (como registran los periódicos de la época) construyeron un inédito experimento político, derivado quizás en la simpatía de algunos de sus más prolificos exponentes por las ideas del naciente socialismo (apenas ocho años antes había triunfado el movimiento bolchevique en Rusia e implantado su versión del comunismo). Los militares Julianos compartieron el poder con civiles mientras se replegaron a ser garantes de los cambios propuestos y a gestionar las naturales diferencias entre quienes concurrieron hacia el proyecto juliano.

El texto de Paz y Miño hace un minucioso detalle de las distintas etapas del Julianismo y su impacto en el país de los siglos XX y XXI. Como señala: "Los sucesivos gobiernos julianos encarnan, en cambio, el reformismo modernizador, que si bien se esfuerza por la modernización de tipo capitalista, ya iniciada por la Revolución Liberal, enfatiza en una clara orientación social, en un contexto mundial asignado por el nacimiento del socialismo en la URSS y el aparecimiento de una amplia corriente reformista en América Latina" (pág. 18).

Cae destacar aquí que Juan Paz y Miño se acerca al estudio de la Revolución Juliana adoptando la metodología de análisis de Eric Hobsbawn, segmentado los hechos históricos en función de procesos, por lo cual estos se pueden dividir en función de su durabilidad, en períodos largos o cortos[1]. Así, como señala en el texto, es posible encontrar un largo siglo XIX qué empezó antes de 1800, con la Revolución Francesa, o un siglo XX corto, que se extendió entre 1914 y 1991. "También en Ecuador el cambio hacia una nueva era mundial alteró las bases con las que aquí se vivió el siglo XIX-histórico propio, nacido con las luchas por la independencia contra el coloniaje (...) aplicándolo a otra dimensión, la Revolución Juliana marcó una bisagra entre el siglo XIX-histórico y el siglo XX-histórico, al mismo tiempo que introdujo al Ecuador en el largo proceso de superación del régimen oligárquico, para propiciar la modernización democrática del país en materia política y el desarrollo capitalista en materia económica (páginas 64, 65 y 250)".

A la luz de sus estudios, respecto a la Revolución Juliana, Paz y Miño plantea en lo fundamental:

1. En conexión con el proceso iniciado por el alfarismo radical, el julianismo sentó las bases de la institucionalidad económica que ha modelado el país de los siglos XX y XXI. Paz y Miño dice: "Años después de la Revolución Liberal de 1895, el liberalismo  plutocrático simplemente usufructuó la institucionalidad estatal creada, pero al servicio de la élite comercial-bancaria. Por tanto, para los julianis era necesario transformar nuevamente al Estado"(pág. 140).

Apenas luego de dos años del ascenso juliano, la arquitectura financiera que sostenía la plutocracia y el caos monetario fue derribada con el advenimiento de instituciones como el Banco Central del Ecuador y la Superintendencia de Bancos. Poco tiempo después, sobre todo bajo la dirección de Isidro Ayora, se sentaron las bases de una legislación laboral y una seguridad social que, sin duda, pusieron al trabajador en mejores condiciones respecto al empresario o patrono.

2. La Revolución Juliana cuestiona directamente el papel de las fuerzas armadas como garantes de los grupos de poder, en la línea de importantes movimientos similares de la época como el Tenentismo brasileño o las acciones de la oficialidad chilena de la época. "La Revolución Juliana demuestra la incursión de una fuerza armada que precisamente rompe con la supuesta inevitable dependencia de los grupos de poder" (pág. 19).

3. La concepción del ejercicio del poder del grupo de militares julianos es particular. Una vez que entraron en el Palacio de Carondelet no se sentaron allí, sino que entregaron la administración del Gobierno a civiles, y cuando las contradicciones internas entre estos volvían inviable tal trabajo, recomponían el espacio de poder. Por eso, el Julianismo tuvo varias etapas:

- La primera Junta Provisional de Gobierno, del 13 de julio de 1925 al 9 de enero de 1926, integrada por Luis Napoleón Dillon (cartera de Hacienda), José Rafael Bustamante (Relaciones Exteriores), además de los generales Francisco Gómez de la Torre (Guerra) y Moisés Oliva (Obras Públicas), a los que se sumaron Modesto Larrea Jijón (Interior), Pedro Pablo Garaicoa (Instrucción) y Francisco Boloña (Previsión Social y Trabajo, creado por el Julianismo).

De su trabajo resaltan: la expedición de la Ley de Impuestos Internos, "que por primera vez en la historia ecuatoriana introdujo el sistema de imposición progresiva, bajo el criterio de redistribución de la riqueza" (pág. 144); la creación de una Comisión Revisora de la Constitución y las Leyes Nacionales, con el fin de revisar toda la legislación nacional (integrada por Alfredo Baquerizo Moreno, Rafael María Arízaga, J. Federico Intriago, Homero Viteri Lafronte y Manuel Cabeza de Vaca); clausuró temporalmente las universidades de Quito, Guayaquil, Cuenca y la Junta Universitaria de Loja, estableciendo una Comisión Revisora de la Enseñanza Superior, reorganizando dichas universidades; y, pusieron orden monetario en el país, pues no solo que metió temporalmente en la cárcel a las autoridades de algunos bancos privados sino que expidió decretos que regularon dicha actividad, como la "obligación de recibir los billetes de banco, prohibición de los agentes financieros para realizar operaciones especulativas sobre giros internacionales (...) regulación sobre depósitos, moneda extranjera, giros y desembolsos, con autorización del tipo de interés (...) creación de dos Comisiones Fiscalizadoras qué debían establecer el verdadero estado de las instituciones financieras (...) A consecuencia de este trabajo se estableció el nivel de sobremisiones de billetes sin respaldo, por lo cual se impuso al Banco del Pichincha una multa de $ 55.276,50 y al Banco Comercial y Agrícola de Guayaquil otra de $ 2.237.083,33 (...)" (pág. 150).

- La Segunda Junta Provisional de Gobierno, del 10 de enero al 1 de abril de 1926, integrada por Julio E. Moreno (Interior y Policía), Homero Viteri Lafronte (Relaciones exteriores), Isidro Ayora (Previsión Social y Trabajo), Humberto Alborboz (Hacienda), Adolfo Hidalgo Nevares (Instrucción Pública) y José Antonio Gómez Gault (Guerra, Marina y Aviación).

- Los militares nombraron a Isidro Ayora como Presidente Provisional (1 de abril de 1926 al 8 de octubre de 1928), con el fin de responder a las presiones de ciertos sectores para un retorno a la llamada democracia formal. Por otro lado, a esas alturas ya había cambiado la composición dentro del ejército, por lo que también fue variando el sustento del ala militar del Julianismo.

Paz y Miño destaca dos momentos o fases en la gestión de Ayora. Considera que "en los primeros dos años y medio de su gestión, Ayora, como Presidente-dictador, superó la debilidad de la segunda Junta y retomó el camino 'radical' de las transformaciones, dando continuidad a los propósitos de la primera Junta (pág. 176)". Es en este período, por ejemplo, que se fundó el Banco Central acabando con el caos monetario de la banda privada, además de sentar las bases de una nueva arquitectura institucional. Es en este período, por ejemplo, que se expidió la Ley de Jubilación, Montepío Civil, Ahorro y Cooperativa (8 de marzo de 1928), que dio lugar a la creación de la Caja de Pensiones; la Ley de Duración Máxima de la Jornada de Trabajo y de Descanso Semanal, que ratificó la jornada máxima de ocho horas y seis días, con descanso forzoso el domingo, entre otras leyes. Por otro lado, el 9 de julio de 1928, tres años después de la sublevación, Ayora firmó el decreto convocando a una Asamblea Constituyente.

- La Asamblea Nacional nombró a Isidro Ayora como Presidente Constitucional Interino y estuvo en dicho cargo entre el 9 de octubre de 1928 -día de inicio de las sesiones de la Asamblea Constituyente de mayoría liberal- y el 17 de abril de 1929. Aquí inició lo que Paz y Miño ha calificado como la fase moderada de Ayora, la que paradójicamente ha sido asumida por la élite identificada con los grupos de poder, como más autoritaria.

- Como resultado de la vigencia de la nueva Constitución publicada en el Registro Oficial el 27 de marzo de 1929 (RO 139), la Asamblea Nacional nombró a Isidro Ayora como Presidente Constitucional de la República, cargo que ejerció entre el 17 de abril de 1929 y el 24 de agosto de 1931, "cuando se vio forzado a renunciar (página 175)". A modo de paréntesis, en esta Constitución se reconoció por primera vez en el país al voto femenino y también se introdujo el concepto de propiedad en función social. "La expedición de la 'socialista' Constitución de 1929 fue el último acto radical ocurrido bajo el gobierno de Isidro Ayora (pág. 213)”. Fuertes declaraciones.

Paralelamente, los asambleístas comenzaron a impulsar reformas que, en definitiva, buscaban desmontar los avances julianos o adaptarlos a la dinámica de los grupos de poder de la época. A modo de ejemplo: "También se discutió el reembolso del impuesto a la renta de los bancos de Guayaquil y otras instituciones comerciales, asunto defendido seriamente por HH. Gilbert y Cordero Dávila, lo cual fue aprobado con la única variante del fondo presupuestario sobre el que se tomarían los reembolsos; se aprobó el cese de la liquidación del BCAG y su rehabilitación inmediata, con 24 votos a favor y solo 8 en contra" (pág. 214, cita de El Comercio). Era el retorno triunfante de la banca al poder a través de sus caballos de Troya en la Asamblea.

Para no hacer más larga la historia, el último gobierno juliano se fue quedando solo, e incluso los sectores más de izquierda lo acusaron de haber traicionado los postulados julianos. Así, en medio de rumores de un golpe de Estado, Ayora renunció a la Presidencia el 24 de agosto de 1931. El texto de la renuncia fue leído ante la Asamblea a las cuatro de la tarde. A las ocho de la noche, Luis Larrea Alba comunicó que asumía la Presidencia de la República.

Se cerró así uno de los ciclos más radicales y realmente transformadores de la historia nacional, pero también representó el inicio de una década de descomposición política que tuvo momentos aciagos y dolorosos, como la Guerra de los Cuatro Días y la invasión peruana de 1941. Pero esto es otra historia...

El libro de Juan Paz y Miño en frases:

"Las acciones y obras del ciclo de los gobiernos julianos en Ecuador cumplieron un papel histórico fundamental: iniciar el desmontaje del sistema oligárquico. Esa fue la naturaleza de la Revolución Juliana". (pág. 238)

"Ahora bien, los julianos no completaron todas las tareas que idealmente podían suponer o querer sus propios actores, porque después de esos gobiernos retomaron el control del Estado las viejas fuerzas económicas y políticas que temporalmente fueron derrotadas, aunque ya no pudieron dar la marcha atrás en forma completa, porque para entonces la movilización social y los nuevos partidos actuaban con otros intereses y en confrontación política con el sector tradicional. Eso explica el clima de ingobernabilidad que se produjo en el país entre 1931 y 1948, cuando en tan solo 17 años se sucedieron 20 gobiernos (pág. 239)”.

"En estricto rigor, el ciclo juliano no fue populista. Sí fue reformista, nacionalista y anti-oligárquico. Se inscribió en el proceso latinoamericano de lucha por la democracia política y la institucionalización del Estado social (pág. 247)”.

"(...) en Ecuador, el 'modelo' económico juliano fue un antecesor del modelo desarrollista y que también se anticipó al New Deal y al modelo keynesiano (pág. 257)".

"(...) Viéndolo desde la actualidad, el Julianismo, en efecto, bien puede ser considerado el primer ciclo gubernamental de la izquierda en el Ecuador (...) la izquierda no se define por la afinidad con el marxismo ni con los partidos que se denominan socialistas, sino por el programa, las acciones y políticas que se ejecutan, en función de privilegiar lo social y laboral frente a lo empresarial y frente al imperialismo, al menos en la coyuntura histórica actual de la región y el mundo (págs. 258 y 259)”.



[1] "Tratando de resumir la perspectiva teórica, la historia contemporánea tiene un ámbito temporal más amplio, la historia actual uno más reducido, la historia del presente tiene mucho de actual y con más cercanía a los sucesos vividos en el tiempo de lo inmediato, y la historia inmediata apunta, con mayor dirección a los sucesos que están produciéndose 'en este instante'" (pág. 249).

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