CRÓNICAS DE CORONA / Días 59 a 63 en aislamiento: Mi vida flota entre dos pantallas

Computadora y celular resumen la cotidianidad virtual en tiempos de sesentena. Foto: Alexandra Benalcázar.
Mi mundo en cuarentena se resume cada vez más en el número ochenta y ocho. Esta es la cantidad de las teclas que son parte de la computadora portátil en la que trabajo, escribo crónicas, escucho música, converso, veo videos, leo periódicos, reviso correos, espío otras vidas, me enamoro, me decepciono, tengo coraje y recibo de cuando en cuando un pequeño golpe derivado de la frustración ocasionada cuando la Internet decide desconectarse o simplemente caerse.
Son ochenta y ocho figuras cuadriculadas divididas en 27 letras, diez números, 12 comandos (F1 a F12), 12 signos, cuatro flechas de desplazamiento y 23 teclas que abren o cierran caminos (Enter, backsapace, shift, bloq mayúsc, CTRL, entre otros). Paso frente a este teclado un promedio de diez horas diarias, a veces más, casi nunca menos. En ocasiones me desprendo del equipo cuando por alguna razón mi hija Carlita la requiere para conectarse en su clase de Matemática, ya que a veces no puede conectarse eficientemente por medio de la otra portátil. Pero son breves momentos de 40 minutos, tiempo que aprovecho para otros menesteres hogareños, como el arreglo de la habitación, la recogida de cortinas, una barrida, la apertura de ventanas, la contemplación del paisaje que se dibuja al otro lado de las ventanas y que más pronto que tarde espero recorrer sin miedo, aunque parece que obligatoriamente con mascarilla.
Regreso a mi mundo computarizado y me doy cuenta que hace apenas dos meses una gran parte de la dinámica tecnológica que ahora manejo me era totalmente desconocida. Las famosas reuniones digitales son ahora pan de cada día. Si bien es cierto, desde hace unos tres años tenía abierta una cuenta en Skype nunca la usé en realidad, salvo para contactos ocasionales con mi esposa cuando estaba lejos de ella o en una entrevista de trabajo, pero nada más. Skype es el servicio de voz y video pionero creado en 2003 por el sueco Niklas Zennström y el danés Janus Friiswhose. Tuvo tanto éxito que Microsoft compitió con otras empresas como Google y Facebook para adquirirla y al final lo hizo por 8.500 millones de dólares en mayo de 2011, un valor 3,8 veces más alto que lo que el Ecuador pagó por la construcción de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair (USD 2.245 millones), considerada una de las obras más costosas generadas en el país.
De hecho, en los primeros días de teletrabajo pedí orientación vía telefónica a Jorge, un compañero de la Coordinación de Tecnología de mi trabajo, para que me ayude reinstalando el Skype, tanto tiempo sin usar, acompañado de la para mi recién descubierta Zoom, una plataforma de video y voz que se ha popularizado de manera sorprendente durante el encierro obligado para frenar la expansión de la pandemia del coronavirus o covid-19. Aún recuerdo mis primeros pininos en Zoom, tratando de instalarlo sin resultado en mi teléfono celular y luego manipulándolo con el miedo propio de quienes crecimos con la necesidad de ver siempre cara a cara a nuestro contertulio. Zoom es más reciente que Skype y funciona desde 2012, producto de la creación de Eric Yuan. Ahora soy parte de la comunidad de alrededor de 300 millones de usuarios de este sistema, al que le ha ido tan bien durante la cuarentena que sus acciones se cotizaron este 18 de mayo de 2020 en el Índice Nasdaq de las empresas tecnológicas a 164,69 dólares.
El Zoom permite reuniones de hasta cien personas y a través suyo sé que cada uno de mis compañeros de trabajo hace su papel laboral en la casa, sin corbata y en completa informalidad en cuanto al vestuario. Desde hace sesenta días que mantengo reuniones de trabajo, entre ellas con los amigos con quienes charlamos de política, con los panas… Es fácil de manejar y para conectarme tan solo basta hacer un clic en el enlace enviado y listo, entro con cámara o en el anonimato visual, con o son audio, puedo ser un mudo testigo de lo que se conversa o tomar un papel protagónico compartiendo mis documentos, e incluso puedo grabar la reunión. En Zoom hice una entrevista sobre un tema tecnológico a mi amigo Cristian Espinosa, especialista en redes sociales, que lo subí en Kitósfera (https://kitosfera.blogspot.com/2020/03/cronicas-de-corona-dias-doce-y-trece-de.html) y lo convertí en video usando Filmora -un programa de edición que aprendí a manejar el mismo día de la entrevista- antes de subirlo al canal de Youtube que abrí también en ese mismo día (Aquí el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=jrIIylt6l5Q&t=47s).
Con el paso del tiempo, aparecieron en mi vida otras plataformas para entrevistas, como la más popular Jitsi Meet, cuya apuesta proviene desde las herramientas de código abierto y cuenta con el financiamiento de la empresa Atlassian. Sin embargo, digo la verdad, he tenido algunos problemas para mantener audio y video estable en las veces que lo he empleado. Pese a ello es quizá la seguridad una de sus principales fortalezas. Señalan que no hay número límite en cuanto a la participación, algo que algún momento espero poner a prueba.
Y finalmente llegó GoToMeeting, que es impulsado desde 2004 por la empresa LogMeln, un proveedor de servicios de conectividad con sede en Boston, Estados Unidos, aunque todo empezó para ellos en Budapest, Hungría. GoToMeeting permite que hasta 250 personas participen simultáneamente en una reunión. ¿Podría emplearse esta plataforma para hacer un plantón digital? Mmmm… no me tienten… En fin, esta empresa cotiza en la Bolsa Nasdaq y al 18 de mayo una acción de esta compañía vale 84,91 dólares.
Es así como desde el inicio del aislamiento el pasado 17 de marzo las plataformas para reuniones virtuales se han convertido en parte fundamental de la cotidianidad en todo el mundo y eso las ha obligado a repensarse. Así, por ejemplo, Skype ha introducido la posibilidad de colocar fondos personalizados previamente seleccionados por cada uno de sus 40 millones de usuarios, además de que permite que hasta 50 personas sean parte de una misma reunión, mientras que Zoom presentó hace poco menos de un mes, el 27 de abril, su versión 5.0 con la que ofrecen mayor seguridad. Aquí una advertencia. Zoom señala que todos sus usuarios deberán adoptar la nueva versión a partir del 30 de mayo. En su página web señala:

También hay otras opciones a las ya mencionadas, como el mismo WhatsApp, que amplió su capacidad para que varias personas puedan reunirse empleando este canal. Ninguna de ellas las he probado, así que simplemente las enuncio: Google Duo (conexión de hasta ocho personas), Hangouts (integrado al Gmail permite conectarse hasta a diez personas), FaceTime (hasta 32 personas pero disponible solo para usuarios de Apple), Messenger (videollamadas de hasta 50 personas), Line (hasta 200 personas en cifrado extremo), Blue Jeans (sistema pago que reúne hasta a 50 usuarios), Teams (para quienes tienen Office 365 y reúne hasta a 50 personas) y Webex de Cisco (hasta 3.000 personas en una sola sesión, al menos así venden la idea), entre otras.
Pero esta importante apertura que he experimentado al mundo de las reuniones virtuales, antes completamente desconocido para mí y probablemente para muchos más, tiene un símil en cuanto a su penetración también en el manejo del teléfono celular.
Antes de la temporada de cuarentena devenida en sesentena, en el fondo de pantalla de mi celular donde reposa la figura de Darth Vader, aparecían unos cuantos íconos que facilitaban el acceso directo a los principales programas y redes sociales, como WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram, Gmail, Spotify, Telegram y Messenger. Luego, bajo la guía de mi hijo Nicolás y de mi esposa Alex, agregué los programas que manejo en toda computadora: Word, Excel, Power Point y Adobe, aparte de los navegadores Google y Mozilla. No podían faltar la Biblia digital, Netflix, HBO GO y las ahora obligadas plataformas de taxis Uber y Cabify. Me sentía todo un capo y sentía que la computadora estaba en mi mano, pero esto recién empezaba.
En cuestión de semanas incorporé nuevas herramientas, como el CamScanner que me permite tener un documento escaneado y enviarlo, solucionando uno de los principales problemas que se me presentaron en el teletrabajo. Era cuestión de tiempo y llegaron uno tras otro: Video Downloader, para bajarme los videos de Facebook: TwiMate, para la descarga de los videos en Twitter; YouCut, para editar un video en el propio teléfono; StickerMaker, para recortar fotos o dibujos y convertirlos en stickers; Collage Maker Pic y Photo Collage, para juntar fotografías y armar un bello collage; SnapTube para descargar videos y música de Youtube, entre otros.
 Pantalla del celular de Carlos.
Es así como las 88 teclas de la computadora se han multiplicado y complementado con los 53 íconos que se distribuyen en la pantalla de mi teléfono Huawei. Ahora son 141 los puntos sobre los que presiono mis dedos para trabajar, leer, escribir, tomar fotos, editar videos, enviarlos, recibirlos, guardarlos… ¿Puede ser más compleja la vida ahora?
La palabra de este día es sin barreras. 

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