CRÓNICAS DE CORONA / Días 18 y 19 de aislamiento: Las lecciones filosóficas del chat


Desde que era pequeño me enseñaron que mi destino era grandioso, que mi única utopía era convertirme en una imagen que todo mundo quisiera tener y con la cual se identifiquen siempre. En la escuela, alguna vez, la maestra nos dio una magistral clase sobre cómo  descubrir el ser que llevamos dentro, cómo sacarlo afuera y hacer que deje una huella profunda en los demás. Todos mis compañeros se sintieron motivados y yo también, pero...
Desde que tengo memoria, todos tenían una sola consigna en su vida: ser alguien a quien otros admiren al punto de hacerlos parte de sus vidas y llevarlos a todo lado, como si fueran parte de ellos y de ellas. Lo admito, en mi mundo, el ser alguien visible y popular es considerado el valor más importante. Por ello, toda nuestra existencia avanza con ese solo fin. Unos lo logran más rápido, otros más lento, pero siempre hay esperanza de ser ese alguien que todos admiren.
El problema empezó hace unos días, justo ahora que el Gran Ministerio de Imagen, por medio de los inefables orientadores profesionales, invitó a todos los que recién nos graduamos a justificar qué imagen voy a proyectar para ser el sujeto del deseo de todas y de todos. Es un lío porque, la verdad, no quiero ser nadie, no me interesa ser el que brilla y al que todos acuden siempre. Estoy a una semana de definir el perfil del personaje que voy a adoptar el resto de mi vida y la verdad no sé qué quiero ser.
Tengo un gran amigo que hace poco vio una película de un payaso magistral pero malvado, y eso lo marcó a tal punto que decidió que ese será su personaje y que lo encarnará con orgullo. Incluso ahora anda pintado la cara mientras ya tiene un eslogan con el que piensa patear el tablero del mundo: "El futuro es ahora".
Hay otros amigos que son comediantes y hay algunos que tienen aspiraciones políticas sin dejar el mundo del drama y el chiste. Hay Locos que aman, retadores de huracanes, insultadores profesionales con bigote, banqueros solidarios y hasta simuladores de peluches. Pero yo... No quiero ser nadie, o tal vez estoy tan aburrido de esa loca obsesión por ser la gran imagen que ninguna idea me convence. No admiro a nadie en especial, así que no me interesa simular ser alguien para ser popular. Tal vez solo quiero ser yo, sin adornos, sin frases rimbombantes, sin multiplicidad de colores, sin fama... Tan solo quiero ser uno más, ¿qué tan difícil es entender esto? Sé que nunca se pelearán por mi esos coleccionistas, seré un anónimo, uno simple, un donnadie... Pero seré feliz, seré yo mismo sin exigencias, sin condiciones, seré un simple y común emoticón que jamás pudo convertirse en sticker. ¿Me extrañarán algún día?


+++++++++++++++++++++++
Carlos hecho sticker. Foto: Captura en el teléfono celular.

“Ya te consumieron los stickers”, me recriminó Gaby cuando chateábamos sobre su involucramiento con la lectura durante esta temporada de cuarentena. Se me ocurrió ponerle uno que tenía un lazo directo con un personaje icónico de mi infancia: el mítico Don Ramón. 

Sticker de Don Ramón, uno de los principales personajes de la popular serie mexicana
 de los años setenta y ochenta del siglo XX, El Chavo del Ocho. Foto: Captura del celular.
Definitivamente, en los últimos meses, la moda de emplear stickers para responder a todo lo que nos preguntan en las redes sociales se ha vuelto parte infaltable de todo chat, sobre todo en WhatsApp. Atrás quedaron los emoticones como la manito saludando, el pulgar hacia arriba o hacia abajo, o la cara de un dibujo. Ahora, la diversión está asegurada porque con los programas que cualquier usuario puede descargar en su teléfono celular (StickerFactory o StickerMaker, por ejemplo) prácticamente cualquier persona puede ver su foto convertida en un sticker que expresa una emoción o da una respuesta, por lo general, divertida.
Esta peque adicción es nueva para mí y es otro de los resultados de esta cuarentena a la que nos hemos visto obligados los ecuatorianos desde el 17 de marzo de este año para prevenir el contagio del coronavirus. 
Mi única reacción ante el cuestionamiento de Gaby fue escribir un breve relato, escrito en el celular la misma noche de esa conversación, ocurrida ya hace algunos días, pero que salta a la luz pública como parte de las Crónicas de Corona, correspondiente al 3 y 4 de abril de 2020. La palabra de estos días es expresar.
Hola, soy Carlos y no soy un sticker.

Comentarios

Entradas populares