CRÓNICAS DE CORONA: Días 32 a 34 de aislamiento: El cine de encierro provoca desafíos
Foto: https://www.archdaily.com/274205/films-architecture-cube/cube2?next_project=no
“Detesto este
lugar”. Estas fueron las primeras palabras que se escucharon en la película Cube, del director Vincenzo Natali, que en
1997 abordó ya el tema del encierro de una manera muy particular: seis personas
que no tienen idea de quiénes son, solo tienen en común el saber que deben
juntarse para sobrevivir mientras atraviesan un complejo y aparentemente
interminable laberinto de tubos que conectan amplias habitaciones, en donde son
sometidos a pruebas que les pueden costar la vida. En unos casos terminan
bañados en ácido o en otros envueltos por unos hilos que salen de las paredes y
que al estirarse los rebanan en pedazos. “Este lugar debe tener un final”,
señala con cierta desesperación Haskell, uno de los protagonistas.
Han pasado 34 días
desde que empezó la cuarentena decretada para evitar el contagio de la temible
infección del coronavirus o covid-19 y si la ha respetado rigurosamente -con la
excepción quizá de salir solo ciertos días y por poco tiempo para
aprovisionarse de alimentos o de alguna compra urgente-, estoy seguro que
comenzará a formularse preguntas o a expresar criterios parecidos a las que se plantean
los protagonistas de Cube: “¿qué me han hecho?”, “esto es demencial”, “gracias
a Dios que alguien sabe algo”, “vuelve a la realidad o habrá problemas”, entre
otras.
Pero aún más,
posiblemente comience a tener sensaciones parecidas al encierro del filme,
quizá no con el dramatismo de la ficción, pero sí con la necesidad de saber
cuánto tiempo más deberá estar así casi todo el mundo. “Ahora extraño más
ir a la universidad, conversar, reírme, con otras personas. Las actividades de
antes, eso extraño”, me escribía por Messenger una muy querida amiga, Karito.
¿Será que este laberinto distópico de cuarentenas y amenazas de rebrotes de la
infección tendrá un final?
Tal vez resulte paradójico que en este momento en que la mayoría de
personas del mundo estamos condenados a permanecer recluidos entre las mismas
paredes todos los días, este tipo de películas nos ponen frente a situaciones
como la actual que llevan a la reflexión sobre cuánto estamos dispuestos a
dejar o a aceptar si de golpe tenemos que cambiar nuestro estilo de vida.
La más reciente demostración de esta paradoja es la película de moda, la
producción El Hoyo, del director español Galder Gaztelu-Urrutia y difundida por la palataforma Netflix.
El controvertido
filme es un relato aparentemente sencillo y oscuro a la vez. Las personas
entran voluntariamente a un edificio dividido por incontables niveles en el que
cada mes son trasladados de un nivel a otro, sea hacia arriba o hacia abajo. El
tiempo lo pasan con compañeros de celda y en el medio de la habitación hay un
gran hoyo, por el que todos los días desciende una mesa con comida, solo que
conforme baja el nivel, el alimento se convierte en residuos, basura,
escupitajos, vómito y suciedad. Obviamente, la ventaja real es estar en los
pisos de arriba. Conforme pasa el tiempo, las personas en los distintos pisos reaccionan
de distinta manera, unas con violencia, otras con esperanza y unas cuantas más
con incredulidad de su situación.
Sin embargo, este
tipo de películas, en realidad, son una crítica directa a la irracionalidad del
sistema, del actual estado de cosas, del sistema capitalista que en situaciones
límite como la actual saca a relucir su lado más perverso.
En la película El
Hoyo se presenta de manera descarnada como nadie tiene seguro su lugar en la
sociedad. Hoy estás arriba, mañana abajo, pasado mañana quién sabe. Somos
simples piezas de un gran juego, donde lo que hagamos o dejemos de hacer no
importa, porque con o sin nosotros, ese gran engranaje –para usar una metáfora
moderna y mecanicista- funciona y se mueve. Son embargo, la mayoría de personas
se acostumbra al nivel en el que está e idea la manera de vivir acorde con él.
Es así que los de arriba, los que primero comen y ven a los demás hacia abajo,
son capaces incluso de jugar con los sentimientos de quienes quieren subir a su
nivel y se creen con el derecho de arrojar sus excrementos sobre ellos mientras
ascienden, como lo hicieron sobre Baharat. Pese a ello, es muy seguro que el
próximo mes estén en un nivel muy inferior.
El Hoyo presenta
una interesante radiografía de la lucha de clases y cómo esta no se ha ido de
la vida cotidiana por más que la hayamos querido eliminar desde la teoría y
desde la reflexión de ciertos intelectuales. Dos hechos más resaltan a la vista
en la película.
El primero es que nadie
de quienes están en el hoyo sabe con exactitud cuántos niveles tiene el lugar.
El segundo es que están ahí voluntariamente, tras firmar un contrato con los
dueños del lugar, y casi nadie se cuestiona el por qué existe dicho sitio, solo
trata de adaptarse para sobrevivir, con la esperanza de que un golpe de suerte o
las palancas precisas lo saquen de allí y lo eleven. Algún día –se consuelan-
saldrán de allí, antes de que el hambre que padecen mientras más abajo estén los
lleve a practicar la antropofagia o acto de comerse la carne de otro ser
humano. Es la desnaturalización total del ser humano, su despersonalización.
Esta es la razón,
tal vez, por la que Tyler Durden, personaje representado por Brad Pitt en El
Club de la pelea (Fight Club) sentenció: “No somos nuestro trabajo.
No somos nuestra cuenta corriente. No somos el coche que tenemos. No
somos el contenido de nuestra cartera. No somos nuestros pantalones. Somos
la mierda cantante y danzante del mundo”.
No quiero centrarme en el final abierto de
la película, ese que viene tras la frase ahora clave de “La panacota es el
mensaje”, enarbolada por Goreng y Baharat en su descenso hacia el nivel más
bajo, y transmitida por el sabio Brambang. No voy más allá para no espoilear
más a quienes aún no han visto la película. Sin embargo, para aquellos
interesados en analizar este tipo de filmes, que bien podrían ser parte de una
nueva categoría, las películas de encierro o filmes covid, les dejo este
artículo que enlista películas del estilo de El Hoyo, como Círculo, Battle Royal,
El Experimento, entre otras. El enlace digital es el siguiente:
La
palabra de este día es crítica.
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